Desarrollo de la conciencia colectiva
A partir de la experiencia profesional y personal de Toñín Llorente, seremos testigos de un proceso de desarrollo de la conciencia colectiva.
Este proceso supuso para él una evolución personal que resultó clave en el entendimiento de su profesión y de su papel concreto en el equipo; al mismo tiempo le ayudó a ser más eficaz y alcanzar sus objetivos tanto individuales como colectivos.
Los comienzos de su carrera profesional fueron muy confusos. Toñín se integró dentro de un equipo profesional, sin tener claro qué es lo que buscaba en esa nueva etapa que comenzaba en su vida.
Esta falta de reflexión y análisis le llevó a considerar al equipo como un medio, no como un fin: un medio para alcanzar sus metas profesionales, su gloria individual.
Vivía en una burbuja, aislado de sus compañeros y lejos mentalmente de los avatares del equipo, tanto en el día a día como en lo relativo a la consecución de los objetivos de la temporada. Todo lo relacionado con planteamientos colectivos ocupaba en su cabeza un lugar secundario.
Después de un período de quiebra, descubrió que su entorno no era un estorbo en sus aspiraciones, al contrario, era un aliado imprescindible en la lucha por unas metas que todos compartían.
Toñín fue capaz de derribar la barrera que le alejaba de lo que estaba fuera de él y percibió que formaba parte de algo que era mucho más grande que él. En definitiva, fue capaz de cambiar el yo por el nosotros.
Esta conferencia, en última instancia, plantea la idea de que el desarrollo de la conciencia colectiva (aspecto imprescindible para constituir un equipo sólido) es un proceso no siempre fácil de llevar a cabo en un entorno socioeconómico como el actual donde predominan los planteamientos individualistas. Esta conferencia constituye un magnífico ejemplo para profundizar en las bases sobre las que se fundamentan los equipos eficaces.
La conferencia se divide en los siguientes apartados:
- Capítulo 1: Yo, yo y yo: En este capítulo Toñín analiza la fase en la que su única preocupación era alcanzar el reconocimiento individual, al margen de toda vinculación con el equipo. Quería ser el dueño del balón permanentemente, sentía que el mundo estaba en su contra porque no colaboraba al cien por cien con sus intereses. Paradójicamente esta actitud se volvía en su contra, al disponer de pocas ofertas de trabajo y estar en permanente movilidad laboral. Su ego le estaba llevando de viaje a ninguna parte.
- Capítulo 2: La quiebra: Una situación de crisis personal y profesional le llevó a plantearse un giro en su actitud vital, entendió que estaba ante una oportunidad para cambiar. Y así fue.
- Capítulo 3: La conciencia colectiva: Al contrario del planteamiento que Toñín sostenía en el capítulo 1, el balón pasó a ser cosa de todos y el mundo se transformó en un aliado. Este cambio de actitud puso fin a la movilidad laboral y, además, incrementó las ofertas de trabajo, hasta el punto de que al final de su carrera el Real Madrid le volvió a fichar precisamente para que cumpliera una labor de apoyo a la cohesión de equipo: aprendió el dulce sabor del trabajo en equipo.